Comentario
de la encíclica sobre cómo vincular esta encíclica al mundo actual.
La
situación que narra la encíclica en medio de incertidumbre, amenazas,
separación de pueblos, y por otro lado, hace referencia a que, desde la
Encíclica «Rerum Ecclesiae», se ha
registrado un considerable crecimiento en las misiones en el mundo, el número
de seminaristas, religiosas, etc. Algunos otros han sido marcados por el
martirio, múltiples misioneros que han entregado su vida por el evangelio, en
los lugares de misión, son granos de trigo que han muerto, para dar mucho
fruto. Además es evidente que el Papa pone de manifiesto que la Iglesia, en
medio de esta gran ola de confusión y persecución, no podrá ser destruida[1].
La
Iglesia se ha distinguiendo por tener, como obras evangélicas, institutos de educación,
hospitales, leproserías, dispensarios y obras sociales. Además sigue
reconociendo su condena al socialismo, como un atentado a la dignidad de la
persona. En este sentido, hoy nosotros como Iglesia, debemos inculturar y
ofrecer acciones concretas al mundo, que hagan presente el Reino de Dios; a
saber, acciones que promuevan la justicia, ver por los pobres y desprotegidos,
sobre todo en nuestra América Latina.
Colaborar
con los institutos misioneros, es uno de los retos que plantea el Papa, hoy no
es la excepción. En vez de reflejar el crecimiento, que hasta los años 50’s se
veía, hoy vemos un decrecimiento exacerbado, que es difícil revertir. Hoy es de
importancia vital, impulsar las vocaciones religiosas y sacerdotales, así como
laicos misioneros que apoyen la acción social de las misiones ya
establecidas. Para esto necesitamos, otro
aspecto de la encíclica: la aceptación y respeto de las culturas; la
Iglesia hoy, debe seguir con entre
principio muy claramente estipulado en la tradición eclesial, no rompiendo con
la cultura a donde el Evangelio llega, sino ofreciendo un camino de plenitud. Nos
dice el Papa: «El misionero es apóstol de
Jesucristo. Su oficio no le exige que introduzca y propague en las lejanas
tierras de misión precisamente la civilización de los pueblos europeos, y no
otra, como quien trasplanta un árbol; sino más bien que enseñe y eduque a
aquellas naciones[2]»
Por
último es necesario mencionar, Unión
Misional del Clero, «cuya finalidad es reunir los miembros de ambos clero y
los aspirantes al sacerdocio para que propaguen en unidad de fuerzas y con todo
empeño la causa de las misiones católicas»[3].
Hoy es necesario que formemos una plena conciencia en nuestras comunidades,
sobre el lanzamiento de misioneros comprometidos, laicos que sean discípulos
misioneros que pregonen los valores del Reino. El clero mismo, tiene una grande
responsabilidad. Si bien ha tenido omisiones muy grandes en la historia de la
evangelización católica, hoy no podemos seguir durmiendo y cometiendo los
mismos errores.
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