Al leer la Encíclica Evangelii Praecones me hace pensar en las dificultades que pasa la
Iglesia en este Siglo: la crisis religiosa, confusión en la fe, la división de
los cristianos, etc. Por eso nos es importante revisar los legados evangélicos y
tratar de vivir en bondad humana y cristiana; donde haya una forma fraterna que
esté por encima de todas las luchas entre los pueblos y las fronteras de las
naciones (2). La encíclica no está lejos de nuestra realidad. Dice mucho a la
Iglesia y a la sociedad. Por eso en nuestros días la Iglesia Católica, debe
estar abierta a las necesidades de una forma universal, para “que el Reino de
Dios se extienda a todas las partes de la tierra” (3). Para esto es importante
la colaboración de los católicos para edificar casas de misión, y debemos ser
solidarios orando por los misioneros o colaborando con una ayuda económica de esa forma para que otros
conozcan al único Dios verdadero.
En nuestros días como en tiempos de Pío XII,
sentimos tristeza cuando pensamos en las angustias, en los dolores y en la
muerte, pero las dificultades, si son por causa de Evangelio, aunque sean en menor
grado que los sufrimientos que pasaron los Mártires y Jesús, de alguna manera
nos unen a la pasión de Cristo.
Por consiguiente, en esta época es significativa, recordar que Dios quiere que todos los hombres se salven (1Tim 2-4). De aquí la importancia de buscar las ovejas perdidas, incluso las que están al margen de la Iglesia, ya que Jesús dijo “Tengo otras ovejas que no son de este aprisco las cuales debo recoger, oirán mi voz, y se hará un solo rebaño y un solo pastor” (Jn 10, 16). Esto necesita hacer la Iglesia de siglo XXI.
Por consiguiente, en esta época es significativa, recordar que Dios quiere que todos los hombres se salven (1Tim 2-4). De aquí la importancia de buscar las ovejas perdidas, incluso las que están al margen de la Iglesia, ya que Jesús dijo “Tengo otras ovejas que no son de este aprisco las cuales debo recoger, oirán mi voz, y se hará un solo rebaño y un solo pastor” (Jn 10, 16). Esto necesita hacer la Iglesia de siglo XXI.
Tanto para el S. XX, como para el S. XXI, el intento
primordial de las Misiones es, y debe ser que brille con más esplendor la luz
de la verdad cristiana en otras naciones y se consigan nuevos discipulos, este
debe ser el anhelo de la Iglesia (véase Núm 22-23). Por tanto, la finalidad de
la misión es que el Reino del Divino Redentor llegue a las más remotas e
ignoradas cabañas y al hombre más lejano y desconocido. (Núm 10). En estos días, en los campos de
misión hay dificultades, como lo es Corea,
China, etc., pero los cristianos misioneros deben estar conscientes que tendrán
dificultades, sea en su país o en otro. “los cristianos habitan en su propia patria,
pero como forasteros… cualquier nación extranjera para ellos, y cualquier
patria es lugar de paso”. Así como aborda la encíclica el medio de escuelas
para la evangelización y a través de los jóvenes en nuestros días se debe hacer
lo mismo, es decir, utilizar todos los medios
posibles para la evangelización: las escuelas, los hospitales y otras
instituciones pueden ser eficaces para la evangelización siempre y cuando no se
pierda el punto central que es Cristo. Para esto ha de ser muy importante el
valerse de los jóvenes. En primer lugar formarlos a ellos para que luego pasen a
ser los protagonistas en la evangelización del S. XXI. Pues ellos pueden llevar
la paz, la justicia, la caridad y el amor de nuestro Señor Jesucristo, a los
marginados e indigentes y a los que no aceptan a Cristo; los indiferente y
renegados, pues estos también pueden encontrar una esperanza. La Iglesia llama
a todos los pueblos a una condición humana, a una vida más culta, bajo los
auspicios de la religión cristiana, siempre buscando lo mejor a fin de que un
día haya buenos frutos dulces y exquisitos. Luego tomando en cuenta el (67) Clero
de nuestros días, debe buscar y anhelar la unidad, tanto en el mismo clero,
como en los feligreses, con el fin de mejorar las misiones y ganar más
vocaciones para la Iglesia de Cristo.
Para concluir este trabajo quiero mencionar que así
como menciona la encíclica, así se debe sentir el misionero, el sacerdote y
todo el que es llamado por Dios para trabajar en su viña. “Los que actualmente,
movidos por cierta inspiración divina, se sienten llamados a la grande empresa
de propagar el Evangelio por todas partes del mundo, aumenta felizmente, y con
él crece la firme esperanza de la Iglesia” (10). Pues la finalidad es que todos
conozcan a Cristo, ya que Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen
al conocimiento de la verdad (1 Tim 2, 4).A
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