ECCLESIA IN AFRICA- INCULTURACIÓN


INCULTURACIÓN

Introducción.[1]
La evangelización se realiza en un contexto cultural e histórico concreto, del que no es posible prescindir y que tampoco se puede infravalorar. Si el evangelio no entra en el corazón de la cultura, la evangelización quedaría sólo en la superficie, con el riesgo de ser mal interpretada o de tener una existencia precaria. La fe hay que encarnarla en la conciencia (criterios, valores, motivaciones, decisiones) y en la vida social.

La actualidad del tema.[2]
·      Las relaciones con los miembros creyentes de nuestras comunidades;
·      Encontramos personas y grupos con los que no les es tan fácil compartir su experiencia.
·      Necesitamos una nueva manera de creer pues vamos hacia un mundo pluricultural y plurireligioso.
·      Esto supone plantearse una manera de evangelizar que sea capaz de transmitir una experiencia de vida que responda a los desafíos que vivimos.


Cultura y evangelio.[3]
·      La revelación cristiana se comunica a otras culturas teniendo en cuenta las particularidades propias y ajenas.[4]
·      El reto de la diversidad cultural.
·      La persona que se ve forzada a abandonar su cultura.
·      La persona acoge el proyecto evangélico…

            No hay, pues, una cultura modelo, una cultura para la evangelización y aunque no se evangelizan culturas, sino personas, se evangeliza a partir de una determinada cultura.


Inculturación.[5]
Tres términos que salen en relación con la idea de cultura: enculturación, aculturación, inculturación.   

El Sínodo Extraordinario de 1985 articula mejor una posible definición para el término inculturación, cuando dice: “La inculturación es diversa de la mera adaptación externa, porque significa una íntima transformación de los auténticos valores culturales por su integración en el cristianismo y la radicación del cristianismo en todas las culturas”.   
            El primero que usó este término fue el P. Masson s.j., quien en 1962 publicó un artículo sobre “catolicismo inculturado”. 
Pero fue el  P. Pedro Arrupe, superior General de los jesuitas (1965-1983) quien le dio carta de ciudadanía: “Es la encarnación de la vida y del mensaje cristiano en un determinado contexto cultural, de tal forma que esta experiencia no sólo encuentra expresión a través de los elementos propios de la cultura en cuestión, esto sería una adaptación superficial, sino que también se convierte en un principio que anima, dirige y unifica la cultura transformándola y rehaciéndola como si naciese una nueva creación”.

Al decir inculturación se refutan ideas bien específicas como:
·      No se trata de una mera adaptación externa;
·      Que la fe antes de encarnarse no es cultura. Por tanto la inculturación no es el contacto de una cultura cristiana, con otro que aún no lo es;
·      No es una astucia de mero revestimiento del mensaje cristiano;
·      Se señala que no debe  de haber un transplante total de una región en distinto ambiente cultural.
·      Tampoco se habla de un sincretismo.

La inculturación nos señala que:
·      es pertinente que la revelación esté abierta.
·      debe ofrecer lo que puede ayudar al otro y acoger lo que pueda enriquecer;
·      Es importante que en un proceso se asuman las expresiones culturales de otro grupo social a fin de comunicar el proyecto evangélico;
·      debe ser integradora, liberadora, promotora de las personas y de toda la sociedad.
·      los evangelizadores deben acompañar, discernir, y reflexionar con paciencia su propia experiencia de fe y la del grupo al que se dirige.
·      no se conquista o se impone la verdad.
·      hay que superar el etnocentrismo.

Una evangelización inculturada comienza por:
·      Descubrir las semillas del verbo;
·      identificar la cultura en la que se da;
·      las trazas que hay en ella del Espíritu de Dios;
·      verificar la compatibilidad entre dicha cultura y el proyecto evangélico;
·      discernir lo que es incompatible, lo que exige conversión y aquello que orientado puede ser válido y que en muchos casos puede ser considerado incompatible culturalmente, pero no evangélicamente.
·      Después del discernimiento, se puede proclamar la buena noticia;

En resumen, la inculturación del evangelio no es una opción, sino una norma. Inculturar significa descolonizar el proceso de evangelización, desvincular la evangelización de una supuesta cultura modelo y trabajar con lo culturalmente disponible, socializando el evangelio en la cultura del respectivo grupo social.


Ecclesia in Africa e inculturación.

La exhortación apostólica postsinodal ECCLESIA IN AFRICA dice que la inculturación comprende una doble dimensión:[6]
·      por una parte, «una íntima transformación de los auténticos valores culturales mediante su integración en el cristianismo»;
·      y, por otra, «la radicación del cristianismo en las diversas culturas humanas».

            Los fundamentos teológicos sobre la inculturación en la EA:
·      Presupone la universalidad del plano salvífico de Dios (exigencia de la catolicidad);
·      Es consecuencia de la encarnación del Verbo;
·      Exigencia de la trascendencia del mensaje evangélico;
·      Exigencia de la revelación;
·      Exigencia de la misión de la Iglesia;

Después, la (EA) nos habla sobre los criterios y ámbitos de la inculturación diciendo:
·      Trata de evitar cualquier sincretismo;
·      Trata de preparar al hombre para acoger a Jesucristo en la integridad de su persona;
·      La inculturación engloba todos los ámbitos de la vida de la Iglesia y de la evangelización: Teología, liturgia, vida y estructura de la Iglesia;

Para resumir esta parte la (EA) en el numero 63 dice: “La nueva evangelización tenderá pues a edificar la Iglesia como Familia, excluyendo todo etnocentrismo y todo particularismo excesivo, tratando de promover por el contrario la reconciliación y la verdadera comunión entre las diversas etnias, favoreciendo la solidaridad y el compartir tanto el personal como los recursos de las Iglesias particulares, sin consideraciones indebidas de orden étnico.


ÁFRICA.[7]

Breve historia de la Evangelización.[8] 
            El Cristianismo africano no es un hecho reciente ni un subproducto de la colonización occidental. África ha recibido, a través de los siglos, varias tres oleadas evangelizadoras. La más antigua de ella es la de los cristianos judíos de Alejandría (ciudad del imperio Romano).

África en el presente.
            El sínodo sobre África señaló que uno de los problemas era la falta de dirección competente y comprometida de sus dirigentes. Los laicos se quejan de las divisiones étnicas en el clero y los religiosos, de los abusos que se hacen de los bienes de la Iglesia, de unos clérigos que son más jefes que pastores… La Iglesia necesita responsables con capacidad de análisis crítico e imaginación creadora, capaces de hacer frente a los cambios con valentía.


[1] Juan Esquerda Bifet, Misionología, Madrid, BAC, 2008, p. 142.
[2] Eloy Bueno y Roberto Calvo, “Inculturación”, Diccionario de misionología y animación misionera, Monte Carmelo, Burgos, 2003, pp. 489-490.   
[3] Idem.
[4] Juan Esquerda Bifet, Misionología, Madrid, BAC, 2008, p. 146.
[5] Eloy Bueno y Roberto Calvo, “Inculturación”, Diccionario de misionología y animación misionera, Monte Carmelo, Burgos, 2003, pag. 491-494.
[6] ECCLESIA IN AFRICA nos habla de la inculturación sobre todo en el Capítulo III (55-71).
[7] Estas palabras corresponden al título “La Iglesia en África” capítulo II de la exhortación apostólica (EA). 
[8] Eloy Bueno y Roberto Calvo, “África”, Diccionario de misionología y animación misionera, Monte Carmelo, Burgos, 2003, pag.35-38.

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