Juan
Esquerda Bifet, EL DESPERTAR MISIONERO "AD GENTES" EN AMERICA
LATINA
Presentación
1. Las perspectivas
misioneras desde América Latina, Continente de la esperanza
2. El paso de una comunidad
evangelizada a una comunidad evangelizadora
3. Las etapas de un proceso
misionero
4. Aportaciones específicas
para la misión "ad gentes" desde América Latina
A modo de conclusión: De la
nueva evangelización, a la misión "ad gentes"
Decano
de la Facultad de Misionología
Pontificia
Universidad Urbaniana. Roma
EL DESPERTAR MISIONERO "AD
GENTES" EN AMERICA LATINA
Presentación
Reflexionar sobre una Iglesia particular o un conjunto de
Iglesias particulares, equivale siempre a entrar en sintonía con una historia
de gracia de una Iglesia, que es siempre misterio (como signo de la presencia
de Cristo resucitado), comunión y misión. Este el camino de una Iglesia
peregrina, como familia de hermanos, entre luces y sombras, apoyada en Cristo y
tendiendo hacia el encuentro definitivo de toda la humanidad con él. Cuando el
concilio Vaticano II describe este camino escatológico, presenta a la Iglesia
como "sacramento universal de salvación" (LG 48). La actitud eclesial
de esperanza, que es de confianza y tensión, es esencialmente misionera.[1]
América Latina ha sido llamada "continente
de la esperanza". Este calificativo la coloca necesariamente a nivel
de misión universal, puesto que la esperanza cristiana se apoya en Cristo
resucitado, que es el punto de referencia y de encuentro de toda la humanidad.
Por esto América Latina ha sido también llamada el "continente de la
esperanza misionera".[2]
Mi estudio quiere presentar un hecho de gracia, que está
teniendo lugar especialmente desde los últimos años en toda América Latina: su
despertar misionero "ad gentes". No quiero decir con ello que hasta
ahora no haya habido misioneros latinoamericanos, sino que su número y su
significación ha crecido y se vislumbra un crecimiento todavía mayor, hasta el
punto de poder hablar de un despertar misionero de las Iglesias particulares en
cuanto tales.[3]
No se trata de un simple elogio, como para aportar un
dato más a la celebración del Vº Centenario, sino de una reflexión que intenta
valorar los datos positivos en sus justos términos, sin ocultar limitaciones, e
invitando, al mismo tiempo, a acelerar el proceso de "nueva
evangelización" precisamente en vistas a una colaboración más
responsable respecto a la misión "ad gentes".
La situación actual de la Iglesia en América Latina, en
cuanto a su potencial evangelizador y a su vitalidad cristiana, es
privilegiada. El paso o el despertar de una comunidad evangelizada a una
comunidad predominantemente evangelizadora es providencial en el arribo a un
tercer milenio de cristianismo. Las etapas de este paso indican un proceso
todavía en marcha, especialmente en vistas al despertar misionero de las
Iglesias particulares en cuanto tales. Este proceso tiene una línea
marcadamente mariana a partir de los santuarios que son centros de renovación y
de misión. En este despertar misionero, América Latina aporta motivaciones
nuevas para la misión "ad gentes", que pueden servir de pauta para
otras Iglesias particulares. La formación misionera y los estudios
misionológicos dejan entrever que América Latina está avanzando serena y
decididamente hacia una "nueva evangelización" como base de una
disponibilidad eclesial sin fronteras.[4]
Si es verdad que "la fe se fortalece dándola"
(RMi 2), es también cierto que el mejor modo de agradecerla y celebrarla
consiste colaborar para que sea un tesoro de toda la humanidad. El gozo de
compartir el don gratuito de la fe es expresión de esperanza auténtica. Sin un
compromiso coherente con la misión "ad gentes", el Vº Centenario
perdería su significado más auténtico de "celebrar a Cristo Salvador"[5].
Una celebración de fe considera el pasado como una historia de gracia y de
caminar de Iglesia peregrina, pero intenta principalmente responder a los
desafíos actuales con el modo de pensar, de sentir y de querer de Cristo.
1. Las perspectivas
misioneras desde América Latina, Continente de la esperanza
La situación histórica, cultural y religiosa de América
Latina es excepcional. El número de católicos latinoamericanos se acerca ya a
la mitad del número global. La población, "mayoritariamente joven"
(Puebla 71), unos 500 millones de habitantes (con 88,50% católicos), equivale
al 8,42% de la humanidad. Se calcula que Asia alberga el 60% de la población
mundial, mientras sólo el 2,60% son católicos. En Africa hay el 12,20% de la
pobación mundial, mientras el 13,60% son católicos. Sólo un 20% de la población
mundial es cristiana.
Las estadísticas, siendo tan importantes, no dejan
traslucir toda la realidad, ni la vitalidad religiosa y la trascendencia del
continente latinoamericano. Existen signos de renovación que van más allá de
unos números abstractos. Al mismo tiempo, existen signos que interpelan al
continente de la esperanza: nacimiento de nuevas comunides cristianas en Asia y
Africa y la necesidad urgente de nuevos misioneros, crisis vocacional en
algunos países cristianos de occidente, oscilación del "norte" al
"sur" (y peso del cristianismo en esta oscilación), mientras que
Latinoamérica viene a convertirse en el puente entre occidente y tercer mundo
...[6]
Juan Pablo II resume así su impresión personal después de
numerosos viajes pastorales: "He podido observar, personal y directamente,
la vitalidad de aquellas Iglesias, proyectadas con gran generosidad pastoral
hacia el próximo futuro, que para ellas tiene dos fechas clave, y que
constituyen como dos hitos radiantes de luz en su afanoso camino como
portadoras del mensaje del Evanglio a todos los hombres, el año 1992, quinto
centenario de la llegada de los primeros misioneros procedentes de España, y el
año 2000, comienzo del tercer milenio del cristianismo... La Iglesia en América
Latina vive una tensión espiritual y apostólica propia y ha entrado en un
adviento especial, para disponerse a celebrar a Cristo Salvador, cuyo mensaje
llegó a las tierras americanas va a hacer pronto 500 años".[7]
El aproximarse del tercer milenio del cristianismo hace
de Latinoamérica el continente de la esperanza para toda la Iglesia. Su
despertar misionero es algo que interesa a todos los cristianos en vistas a la
tarea común de la evangelización "ad gentes". Su destino es providencial.
Su importancia puede ser decisiva como estímulo para otras Iglesias locales.
"El tercer milenio de la historia de la Iglesia espera mucho de América
Latina, a quien la divina Providencia, en sus arcanos designios, podría llamar
a desempeñar un papel relevante en el mundo y en toda la obra de evangelización
'ad gentes'. Por ello, en esta hora importante, os exhorto a un compromiso
conjunto de Pastores y fieles".[8]
Precisamente la invitación que hace Juan Pablo II en la
encíclica "Redemptoris Missio" a todas las Iglesia particulares,
incluso jóvenes y pobres, toma como ejemplo la orientación dada por el
documento de Puebla para toda América Latina (RMi 64, citando a Puebla 368).[9]
Al mismo tiempo, la situación de América Latina sigue
siendo, en muchos sectores, de primera evangelización. Aparte de los
territorios que todavía necesitan depender de la Congregacón para la
Evangelización de los Pueblos, hay que reconocer la insuficiencia de personal
apostólico, sacerdotal, religioso y laical[10].
Conviene también recordar que problablemente son unos 40 millones los indígenas
y 50 millones los afroamericanos (de los cuales, unos 37 millones en Brasil),
además de los numerosos asioamericanos y emigrantes de otras religiones, que
necesitan una acción misionera que llegue a sus raíces culturales y a su
situación concreta.[11]
En el momento histórico actual, se valora cada vez más la
riqueza del testimonio cristiano latinoamericano. Es una ocasión histórica tal
vez irrepetible. "La Iglesia en Latinoamérica... está llamada a dar un alma
cristiana a esta situación de cambios audaces y acelerados"[12].
"La Iglesia de toda América Latina, si mantiene su fidelidad a Cristo,
podrá ser luz que ilumine al mundo para que camine por el sendero de la
solidaridad".[13]
Ante esta situación, cabe preguntarse sobre la dimensión
misionera "ad gentes" del quinto centenario. Sin esta dimensión,
difícilmente se podría celebrar la fe recibida. La invitación del Papa para una
"nueva evangelización", apunta a una renovación evangélica que se
traduzca en "un gran impulso misionero": "El próximo
centenario... de la primera evangeliación nos convoca a una nueva
evangelización de América Latina, que despiegue con más vigor - como la de los
orígenes - un potencial de santidad, un gran impulso misionero, una vasta creatividad
catequética, una manifestación fecunda de colegialidad y comunión, un combate
evangélico de dignificación del hombre, para generar, desde el seno de América
Latina, un gran futuro de esperanza".[14]
La herencia recibida sólo se puede agradecer adecuadamente
en la misma línea de gratuidad con que se recibió: "La Iglesia de Dios...
heredera de una tan rica tradición evangelizadora, ha de seguir siendo siempre
misionera"[15].
"Sería una nueva gracia del Señor que, después de haber recibido tanto,
pudiéramos dar más a otros continentes que nos llaman: 'Ven a ayudarnos' (Act
16,9)".[16]
Los Sumos Pontífices han manifestado repetidamente la
esperanza en la misionariedad "ad gentes" de América Latina. Con
ocasión de la 1ª Conferencia del Episcopado Latinoamericano en Rio de Janeiro
(1955), decía Pío XII: "Abrigamos la gozosa esperanza de que América
Latina se dispondrá en breve, con un vigoroso empeño, a cumplir la misión que
la Divina Providencia parece haber confiado a ese inmenso continente, que se
enorgullece de su fe católica, de tomar parte preferente en la nobilísima tarea
de comunicar, también a los demás pueblos, los preciosos dones de paz y
salvación".[17]
La ayuda misionera que ha recibido y sigue recibiendo
América Latina, ha sido y es un fermento y un estímulo para despertar la
responsabilidad misionera de aquellas Iglesias locales. Decia Juan Pablo II,
citando a Pío XII: "Estamos seguros de que los beneficios ahora recibidos
serán devueltos más tarde considerablemente multiplicados. Llegará un día en que
América Latina podrá restituir a toda la Iglesia de Cristo lo que haya
recibido".[18]
Los llamados de Juan Pablo II han sido constantes, con
ocasión de viajes pastorales y de mensajes en congresos de diversa índole. A
veces se basan en el mandato misionero de Cristo, que debe ser escuchado hoy
por ser siempre actual: "¡Iglesia de América Latina! Cristo te habla con
las mismas palabras con las que habló entonces (había citado Mc 16,15 y Act
1,8) y te envía a predicar la Buena Nueva a toda criatura, lo mismo que envió a
los Apóstoles el día de la Ascensión"[19].
Otras veces, como en el COMLA 3 de Bogotá, el Papa estimula a agradecer la fe
recibida comunicándola: "América Latina... ha de saber comunicar a los
demás la fe recibida, compartiendo las gracias particulares que han acompañado
el don de la fe. Durante este medio milenio de vida cristiana en América
latina, el Espíritu Santo ha enriquecido con sus dones a las diversas
comunidades de creyentes concediéndoles grandes santos y numerosos misioneros.
De este modo se han ido preparando los caminos par apoder llevar ahora el
Evangelio al mundo de hoy".[20]
El aproximarse del tercer milenio de cristianismo, con
los cambios acelerados que se vislumbran y la potencialidad virtual de América
Latina respecto a la evangelización universal, hacen que el llamado del Papa se
haga más urgente: "Cuando está a punto de empezar el tercer milenio del
cristianismo, América ha de sentirse llamada a hacerse presente en la Iglesia
universal y en el mundo con una renovada acción evangelizadora, que muestre la
potencia del amor de Cristo a todos los hombres y siembre la esperanza
cristiana en tantos corazones sedientos del Dios vivo"[21].
Se trata de "la hora misionera" de América Latina, a modo de
"kairós": "Ha llegado para toda América Latina la hora de
emprender una evangelización sin fronteras"[22].
"Vuestra 'hora misionera'... es el compromiso de una herencia
recibida".[23]
Todos estos llamados se podrían resumir en el que formuló
el Cardenal Josef Tomko en el discurso inaugural del COMLA 3 en Bogotá:
"Hoy, a la luz de los signos de los tiempos, el Espíritu llama a la
Iglesia en América Latina, a todas y cada una de las Iglesias particulares, a
sus comunidades, presbíteros, religiosos, organismos y a todos y casda uno de
los bautizados, a responder de manera decidida y sin reservas a su compromiso
asumido en Puebla... En nombre de Cristo, de la Iglesia universal, del Santo
Padre, en nombre de la multitud de hombres pobres de Cristo, os exhorto, os
convoco, hermanos, a asumir esta responsabilidad".[24]
La respuesta a estos llamados debe provenir de una lógica
evangélica. Si América Latina no da desde su pobreza, quedará definitivamente
empobrecida. "Debemos entrar en una óptica nueva, superar los miedos y
reticencias, y aferrarnos a la lógica del Evangelio. Lejos de empobrecernos,
esta generosa apertura misionera es gracia de renovación y de estímulo para
nuestras comunidades cristianas".[25]
La respuesta generosa de América Latina al llamado del
Papa sobre la cercanía a los pobres, es un signo de que sabrá responder al
mismo llamado sobre la solidaridad con los más pobres, es decir, con los que no
han recibido todavía el anuncio evangélico. Se trata de ir a los doblemente
pobres, es decir, a otras Iglesias o comunidades no suficientemente implantadas
y, consiguientemente, que carecen de los signos permanentes de Cristo
resucitado.
2. El paso de una comunidad
evangelizada a una comunidad evangelizadora
Es relativamente fácil constatar que en América Latina se
ha progresado aceleradamente respecto a la colaboración apostólica para la
evangelización "ad gentes". El proceso parece incluso sorprente y muy
prometedor para el futuro. Se está saliendo de un círculo vicioso, que
consistiría en pensar que no se puede dar personal apostólico mientras no se
tenga un número suficientemente de apóstoles (lo cual se convertiría en un
empobrecimiento sistemático).
De todos es sabido que el continente de la esperanza ha
sido durante siglos punto de llegada de miles de misioneros. Esta ayuda
generosa desde otras Iglesias se incrementó considerablemente como respuesta a
las invitaciones de Pío XII, de Juan XXIII y de Pablo VI, y continúa siendo una
realidad laudable.[26]
Una impresión generalizada, que tiene su fundamento
objetivo, era y en parte sigue siendo la siguiente: "La situación
misionera 'al exterior', fuera de las fronteras de las Iglesia locales (misión
'ad gentes') deja en América Latina dudas inquietantes sobre su madurez
misionera y por tanto católica".[27]
En estos últimos años se constata un cambio. En 1990, un
voz autorizada, el arzobispo de Lima, con ocasión del COMLA 4, afirmaba que se
ha realizado una "apertura universalista", la cual "es parte de
la dinámica propia de una Iglesia que, superando siglos de dependencia
misionera, adquiere madurez y significación".[28]
Los obispos colombianos, en su pastoral sobre la
celebración de los quinientos años de evangelización, constatan "una
Iglesia cuya vida se manifiesta... en el comienzo esperanzador de su aporte
para la misión 'ad gentes'".[29]
El documento "Instrumento preparatorio" para la
IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (Santo Domingo 1992),
deja constancia sintéticamente de un resurgir misionero "ad gentes":
"Puebla optó porque la Iglesia latinoamericana fuera una Iglesia
misionera... tanto al interior de nuestro continente como "ad
gentes". Se puede hablar de un crecimiento del espíritu misionero en
América Latina actualmente... A la base de este esfuerzo está la solidaridad
nacida de la conciencia de Iglesia universal... Se está multiplicando en
América Latina el envío de presbíteros, religisoso, religiosas y laicos como
misioneros a otros continentes. Para ello se han fundado congregaciones
religiosas y hay diócesis que lo hacen de una manera sistemática y organizada.
Otros hechos positivos en este campo son la creación de asociaciones de laicos
misioneros y la realización de cursos especializados para preparar misioneros
ad gentes".[30]
Hay que constatar en América Latina un aumento
considerable de vocaciones sacerdotales, que repercute favorablemente en
vocaciones religiosas y de laicos comprometidos. A todas luces este aumento es
debido especialmente al hecho de haber acentuado la dimensión evangelizadora
del sacerdocio y de la vida consagrada y laical. Si no hubiera continuidad en
esta línea "ad gentes" de la pastoral vocacional o no hubiera
generosidad para dar estas vocaciones a otras Iglesias más pobres, ciertamente
su número decrecería en los próximos años.[31]
El encuentro organizado por el DEMIS-CELAM, durante los
días 5-8 de febrero de 1992, en el que tomaron parte representantes de las
Conferencias Episcopales (Departamentos de Misiones) y directores de las Obras
Misionales Pontificias, hace una resumen del tono misionero actual: "La
Iglesia en América Latina está viviendo una hora de gracia, que se manifiesta
en el florecimiento de las vocaciones, en las salidas recientes de grupos de
misioneros ad gentes, en nuevos movimientos e iniciativas apostólicas, en el
fervor de las comunidades cristianas, especialmente comunidades eclesiales de
base, y en el valor de tantos profetas y mártires que arriesgaron y ofrecieron
su vida para defender a los pobres y liberar a los oprimidos. Con razón la
Iglesia considera a América Latina "el continente de la esperanza".
Esta hora privilegiada debe ser aprovechada".[32]
No se ha hecho el recuento exacto del personal apostólico
latinoamericano que presta sus servicios fuera, en otras Iglesias más
necesitadas del continente. Este es un servicio que merece tenerse en cuenta a
la hora de valorar la aportación misionera de América Latina, analógicamente a
como se valora el personal misionero venido al continente latinoamericano desde
fuera. Pero en nuestro estudio nos ceñimos al personal enviado a Iglesias más
necesitadas de Africa, Asia y Oceanía. Este personal misionero, al que
aplicamos de modo especial el calificativo de misioneros "ad gentes",
es el que ha ido creciendo durante los últimos años, pero no se ha podido hacer
la estadística completa y precisa. En 1987, con ocasión del COMLA 3 en Bogotá,
se daba la cifra de 2.000; hoy son aproximadamente 3.000 misioneros (entre los
200.000 misioneros de toda la Iglesia).[33]
Hay que notar que el personal enviado tiene procedencias
muy diversas: Ordenes Religiosas misionando en A.L. ya desde el comienzo de la
evangelización (franciscanos, dominicos, jesuitas, mercedarios, agustinos,
carmelitas, etc.)[34],
Institutos misioneros fundados en el mismo continente y que tienen misiones
"ad gentes"[35],
Institutos misioneros venidos de fuera y que ya tienen vocaciones latinoamericanas
trabajando fuera[36],
diócesis que han comenzado sistemáticamente la ayuda de Iglesias hermanas
(sacerdotes "fidei donum" y también seglares)[37],
otras instituciones religiosas que ya tienen misioneros latinoamericanos
"ad gentes"[38].
El hecho de dar misioneros "ad gentes" y de
enviar personal a otras Iglesias más necesitadas del continente, ha mejorado la
distribución de los apóstoles en las propias Iglesias locales.[39]
Conviene recordar que otras Iglesias locales más pobres y
más jóvenes han demostrado una buena generosidad misionera, incluso hasta el
punto de fundar Institutos misioneros autóctonos (Filipinas, India, Corea,
Nigeria, Kenya...). Algunos de estos misioneros (asiáticos principalmente)
realizan su servicio en América Latina. De ellos se puede afirmar que, "a
pesar de su pobreza que es mayor... han entendido que la Iglesia, porque es
Iglesia, desde que nace debe ser misionera".[40]
Es interesante constatar que las ayudas misioneras han
llegado (también a América Latina) desde naciones del este de Europa durante
los años de persecución, especialmente de Polonia y Croacia.[41]
3. Las etapas de un proceso
misionero
El crecimiento del espíritu y de la colaboración
misionera en América Latina ha tenido y sigue teniendo una preparación, unos
estímulos y unas ayudas peculiares, sin lo cual sería tal vez inexplicable.
Las Conferencias Generales del Episcopado
Latinoamericano han sido un factor determinante: Rio de Janeiro (1955),
Medellín (1968), Puebla (1979), Santo Domingo (1992). En la primera Conferencia
de Rio de Janeiro, el Papa Pío XII estimuló a esta apertura con un
anuncio profético: "Llegará un día en que América Latina podrá restituir a
toda la Iglesia de Cristo lo que haya recibido"[42].
Medellín, sin hablar directamente sobre la misión "ad gentes",
abrió los cauces a una ayuda especial entre Iglesias de América Latina basada
en la comunión de Iglesia universal[43].
El documento de Puebla (1979) ha dejado constancia
de una apertura decidida de América Latina a la misión "ad gentes",
dentro de sus opciones pastorales. El texto es ya conocido como texto
programático y se ha ido repitiendo en documentos del magisterio local y
universal, así como en congresos y encuentros misioneros. El Papa Juan Pablo II
lo ha citado repetidas veces y de modo especial en la encíclica
"Redemptoris Missio": "Es ejemplar (dice el Papa) la declaración
de los Obispos en Puebla: 'Finalmente, ha llegado para América Latina la
hora... de proyectarse más allá de sus propias fronteras, ad gentes. Es
verdad que nosotros mismos necesitamos misioneros. Pero debemos dar desde
nuestra pobreza".[44]
La IV Conferencia General que tiene lugar en Santo
Domingo (octubre de 1992) apunta a un objetivo evangelizador señalado por
Juan Pablo II: "Nueva evangelización, promoción humana, cultura cristiana".
El tema se afronta a partir de una visión de fe: "Jesucristo ayer, hoy y
siempre" (cfr. Heb. 13,8). La "nueva evangelización", descrita
por el Papa en "Redemptoris Missio", es una renovación de la
comunidad cristiana (que abarca los campos geográficos, sociológicos y
culturales) en vistas a una disponibilidad misionera universal. Los documentos
preparatorios y de consulta no dejan de indicar también la pista de
evangelización "ad gentes"[45].
Es importante tener en cuenta el aporte misionero presentado por el DEMIS-CELAM
en febrero de 1992.[46]
Los Congresos Misioneros han sido determinantes
para el despertar y el compromiso misionero de América Latina. Algunos se han
venido realizando periódicamente a nivel nacional (México, Perú, Colombia,
Argentina, Ecuador, Brasil, Bolivia...), organizados por las Obras Misionales
Pontificias. Los que han tenido repercusión a nivel continental e incluso
mundial, son los Congresos Misioneros Latinoamericanos (COMLA): Torreón
y Tlaxcala (México) respectivamente en 1977 y 1983; Bogotá en 1987; Lima en
1991. Se prepara el próximo en Brasil (para 1995). Su finalidad ha quedado
señalada con precisión: "La finalidad de los COMLA es la coordinación de
los esfuerzos a nivel continental, para animar a las Iglesias locales en América
Latina a asumir su propia responsabilidad misionera en la tarea de la
evangelización de todos los pueblos".[47]
El COMLA 1 (Torreón, México, 1977) comenzó siendo
el nacional número siete de México, promovido por las Obras Misionales
Pontificias (cuyo Director era Mons. Enrique Mejía) y la Comisión Episcopal de
Misiones (cuyo presidente era Mons. Luís Munive). Constatamos este hecho porque
fue un despertar misionero a nivel continental con consecuencias que tal vez no
se podían prever en aquel momento. La idea que más se amplió fue la afirmación
conciliar del Vaticano II: Iglesia "sacramento universal de
salvación" (AG 1). El mensaje del Papa Pablo VI indicó el ámbito
continental de la responsabilidad misionera "ad gentes": "La
integración de vuestras iniciativas en un cuadro más amplio, que haga de toda
la Iglesia latinoamericana una Iglesia misionera".[48]
El COMLA 2 (Tlaxcala, México, 1983), bajo el lema
"Con María, misioneros de Cristo" (citado por el Mensaje de Juan
Pablo II), intentaba este objetivo: Incrementar la Animación Misionera en las
Iglesias particulares de América latina, para lograr con María, Madre y Modelo,
una mayor cooperación al servicio de la Iglesia, en su exigencia salvífica de
hacer presente a Cristo en todo el mundo. El organizador y anfitrión del
Congreso, Mons. Luís Munive (Presidente por entonces del DEMIS-CELAM) concretó
todavía más: "El compromiso misionero ad extra será una prueba de
la autenticidad y validez de la evangelización de América Latina ad intra"[49].
El radiomensaje de Juan Pablo II (17 de mayo de 1983) invitó a abrir
horizontes en la línea de Puebla: "Quieren ofrecer con este encuentro
eclesial una válida respuesta de la Iglesia en América Latina a la misión
evangelizadora de la Iglesia universal. Y quieren hacerlo comprometiéndose,
junto con María, modelo y primera evangelizadora de América, en una más eficaz
cooperación en la maravillosa tarea de hacer presente a Cristo en todo el
mundo... Esta apertura hacia el mundo misionero será sin duda en beneficio del
crecimiento de la vitalidad cristiana y del aumento, también para vuestras
diócesis, de nuevas y dinámicas vocaciones que os enriquecerán a vosotros y a
toda la Iglesia... Llevad el afán misionero de Cristo siempre y a todas partes,
para que el hombre de nuestro tiempo encuentre en El la respuesta a sus
angustias, esperanzas y aspiraciones. Para que encuentre a Cristo y lo
reconozca como su único y pleno Salvador".[50]
El COMLA 3 (Bogotá, 1987) tenía un lema muy
sugestivo que glosó el Papa en su mensaje: "América, llegó tu hora de ser
evangelizadora", "América quiere compartir su fe". El objetivo
apuntaba ya al Vº Centenario: Impulsar en las Iglesias particulares de América
latina su sentido misionero para que, con motivo del V Centenario de su
evangelización, realicen el propósito expresado en Puebla, de proyectarse más
allá de sus propias fronteras. Hago mía la observación de un misionero y
escritor: "El Congreso de Bogotá vio el mismo problema (de la misión) como
una necesidad vital para la existencia misma de la Iglesia en América Latina"[51].
Entre las aportaciones doctrinales del Congreso, además del mensaje del Santo
Padre, hay que destacar la llamada apremiante del Card. Tomko, a la que ya
hemos aludido al comenzar nuestra reflexión: "el Espíritu llama a la
Iglesia en América Latina... a responder de manera decidida y sin reservas a su
compromiso asumido en Puebla..."[52].
La conferencia de Mons. Aubry abordó directamente nuestro tema: "El
compromiso misionero de América Latina a los 500 años de su primera
evangelización".[53]
El mensaje de Juan Pablo II al COMLA 3 de Bogotá
es una síntesis de todas las expectativas sobre la misión "ad gentes"
a partir de América Latina. El Papa glosó el lema del Congreso ("América,
llegó tu hora de ser evangelizadora") haciendo hincapié en la necesidad de
despertar la conciencia misionera de la Iglesia particular. Se trata de
"impulsar en las Iglesias particulares de América Latina el sentido
misionero", para que puedan "concretar su compromiso de proyectarse
más allá de sus fronteras". Las orientaciones de Juan Pablo II indican el
sentido misionero "ad gentes" del Vº Centenario y de la llegada el
tercer milenio: "Al final del segundo milenio cristiano, la Iglesia, que
es 'misionera por naturaleza', no puede cerrar los ojos a semejante panorama y a
tales exigencias. Para que América Latina pueda responder a este permanente
llamado que hace la Iglesia universal, ha de saber comunicar a los demás la fe
recibida, compartiendo las gracias particulares que han acompañado el don de la
fe. Durante este medio milenio de vida cristiana en América Latina, el Espíritu
Santo ha enriquecido con sus dones a las diversas comunidades de creyentes
concediéndoles grandes santos y numerosos misioneros. De este modo se han ido
preparando los caminos para poder llevar ahora el Evangelio al mundo de hoy, en
todos sus espacios y ambientes. No se puede olvidar que vuestra hora misionera
es el compromiso de una herencia recibida". En el marco de la Iglesia
particular, el Papa señala la responsabilidad peculiar de obispos, sacerdotes,
religiosos y laicos.[54]
El COMLA 4 (Lima, Perú, 1991) quiso profundizar en
un compromiso misionero a partir de la fe: "América Latina, desde tu fe
envía misioneros". La celebración del Congreso fue preparada durante tres
años, llegando a concientizar misionalmente a amplios sectores de América
Latina en vistas al Vª Centenario, a la IV Conferencia General del Episcopado
en Santo Domingo (para el año 1992) y al tercer milenio del cristianismo. En el
Congreso de Lima se asumieron y perfeccionaron los compromisos misioneros de
los Congresos anteriores. La nota característica del COMLA 4 fue el tono de
animación misionera masiva, para llegar a todos los sectores del Pueblo de
Dios, concretándolo todo en estos puntos: acción, animación, formación y organización.
El Cardenal José Tomko, Prefecto de la Congregación para la Evangelización de
los Pueblos y enviado especial del Santo Padre, relacionó los objetivos del
presente COMLA en relación al anterior: "Si en el tercer COMLA, celebrado
en Bogotá, se fijó como objetivo el dinamizar una respuesta eficaz al
compromiso misionero de la Iglesia universal que está en el Continente, para
dar 'desde su pobreza', este Congreso tiene ahora la responsabilidad de motivar
a todas las fuerzas eclesiales de América Latina, para que 'dé desde su
riqueza'... desde la riqueza de su fe".[55]
El Mensaje del Papa, citando pasajes de la
reciente encíclica misionera "Redemptoris Missio", trazó unas pautas
concretas y estimulantes. Hizo alusión a la ayuda misionera ya presentada, como
fruto de anteriores Congresos: "Hoy son numerosos los misioneros
latinoamericanos que están evangelizando en los cinco Continentes y a ello han
contribuido ciertamente esos Congresos, así como la oración, sacrificios y
entrega desinteresada de tantas personas. Pero este número, lo sabéis bien, no
es suficiente". Citando "Redemptoris Missio" n. 3 sobre el
mandato de Cristo, añade: "Os invito a cumplir este deber misionero
universal para poder afrontar más evangélicamente vuestra realidad". Alude
también a los numerosos misioneros santos de la historia latinoamericana, para
preguntar: "¿Qué mejor modo de conservar la herencia cristiana recibida de
vuestros santos, que comprometerse a compartir estos dones de Dios con otros
pueblos?". Como en mensajes anteriores, el Papa invita a considerar los
Santuarios Marianos como fermento de renovación y de evangelización sin
fronteras.[56]
Los discursos de Juan Pablo II en sus viajes
pastorales (además de los mensajes ya citados con ocasión de los COMLA) son
un arsenal de doctrina misionera "ad gentes", a modo de catequesis
constante y progresiva para formar la conciencia de las Iglesias
particulares y de todas las personas y sectores del Pueblo de Dios. Casi
siempre se trata de un llamado a una apertura "ad gentes", con
ocasión de preparar el Vº Centenario. Hemos ido citando fragmentos de estos
llamados realizados en localidades que ya han pasado a la memoria misionera
de nuestro tiempo: Haití, Santo Domingo, Brasilia, Piura, Iquitos,
Chiquinquirá, Cartagena, Tumaco, Maipú, Puerto Montt, Viedma, Salta, Salto,
Sucre, Trinidad, Encarnación, Veracruz...[57]
Juan Pablo II, durante todos sus viajes a América Latina,
desde 1979, ha ido invitando a una apertura responsable hacia la evangelización
universal. Sería fácil ir siguiendo, país por país, estos llamados misioneros.
Será muy útil analizar este catecismo misionero distinguiendo vocaciones
y sectores. Los mensajes dirigidos a los COMLA ya los hemos resumido
anteriormente. El Papa acentúa el deber misionero especialmente de las Iglesias
particulares, llamando la atención de las Conferencias Episcopales y
de los Obispos en particular[58].
La vocación y el ministerio sacerdotal tienen necesariamente derivación
"ad gentes", por el hecho de participar en la misma misión de Cristo
y por su pertenencia a la Iglesia particular y su colaboración estrecha con los
Obispo[59].
La vida consagrada y contemplativa equivale a una disponibilidad
permanente (oraciones, sacrificio y colaboración) para la Iglesia universal[60].
La vocación laical es también un compromiso misionero sin fronteras
aplicado especialmente al hecho de ser fermento evangélico en las estructuras
humanas.[61]
A estas responsabilidades misioneras según las diversas
vocaciones, el Papa señala también la aportación para la evangelización "ad
gentes" por parte de diversos grupos de personas. Los indígenas
serán sensibles al hecho de haber recibido la fe en medio de dificultades
(todavía existentes), haciéndose responsables de la misión universal, como
señal de madurez[62].
Los jóvenes serán sensibles al hecho de que muchos todavía no conocen a
Cristo, y sabrán asumir la responsabilidad misionera sin fronteras aportando su
disponibilidad y generosidad[63].
El Papa no deja de llamar a la aportación específica a la evangelización
"ad gentes" por parte de la infancia misionera y de los niños
en general[64],
de los enfermos como "fuente de fuerza para la Iglesia y para la
humanidad"[65],
de todos los agentes de pastoral[66],
de los movimientos apostólicos[67].
En estos mensajes misioneros de Juan Pablo II, durante sus viajes en América
Latina, se van señalando también temas específicos en su derivación misionera,
como el de la cruz, Eucaristía, Espíritu Santo, mundo del trabajo y de la
cultura, familia etc. Así se irá suscitando la vocación misionera
específica[68].
El tema mariano (al que hacemos alusión también más abajo) viene a ser
como catalizador de todos los demás temas y, al mismo tiempo, donde las Iglesia
particulares, las diversas vocaciones y los diversos sectores encuentran la
perspectiva universalista de la misión.[69]
En este proceso de siembra para pasar de una Iglesia
evangelizada a una Iglesia al mismo tiempo evangelizadora "ad
gentes", cuyas etapas hemos analizado parcialmente a través de las
reuniones del CELAM, de los COMLA y de los viajes y alocuciones de Juan Pablo
II, han tenido una parte decisiva las Obras Misionales Pontificias, en
armonía con los departamentos de misiones de cada Conferencia Episcopal
(DEMIS-CELAM). Lo hemos indicado al hablar de los Congresos Misioneros
Latinoamericanos (COMLA), que fueron precedidos o corroborados por otros
Congresos Nacionales y por encuentros a nivel continental. Las Obras Misionales
han instituido en algunas naciones centros de estudios misioneros, el
primero de los cuales, a nivel latinoamericano, fue el de México. Otros centros
parecidos se han instituido en Brasil, Argentina y Colombia[70].
Las publicaciones (revistas, boletines, libros, folletos) de las OMP y de
DEMIS-CELAM son de rico contenido misionológico y llegan a amplios sectores de
la comunidad eclesial latinoamericana.[71]
Durante los días 5-8 de febrero de 1992 ha tenido lugar
en Bogotá una reunión trascendental, por lo que significa y por el documento
emanado. El encuentro ha sido entre Presidentes (14) de las Comisiones o
Departamentos Episcopales para las Misiones (DEMIS del CELAM) y Directores
Nacionales (16) de las Obras Misionales Pontificias. Estaba presente el
Secretario de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos (S.E. Mons.
José Uhac) además de representantes de Institutos Misioneros. La labor de
conjunto entre diversas instituciones que tienen un objetivo misionero parecido
es un gesto que preanuncia una eficacia misionera mayor. Con esta ocasión se
elaboró un documento de "aporte misionero" para la IV Conferencia del
CELAM en Santo Domingo, que, a mi entender, es un resumen muy bien logrado de
todo el contenido doctrinal y pastoral que hemos venido analizando en este
trabajo. Es decir, de parte de quienes realizan servicios misioneros "ad
gentes" desde América Latina, se presenta para el IV CELAM una síntesis
acabada de doctrina, realizaciones y deseos misioneros "ad gentes",
como fruto de lo que se ha sembrado especialmente durante estos últimos años.
Es, pues, un documento indicativo del despertar misionero de América Latina.[72]
4. Aportaciones específicas
para la misión "ad gentes" desde América Latina
Hemos descrito el despertar misionero de América Latina
indicando también las etapas de un proceso hasta llegar a esta realidad actual
y prometedora. En esta mismo estudio no hemos dejado de indicar las motivaciones
especiales que han hecho posible este despertar: agradecer la fe, fidelidad a una herencia recibida,
sensibilidad misionera a partir de la propia pobreza, abundancia de vocaciones
recibidas precisamente por el aliento misionero, sensibilidad respecto a las
necesidades de otras Iglesias, etc. Si ahora hablamos de aportaciones
específicas es para señalar que algunas de estas mismas motivaciones se
convierten en posibilidades y acentos peculiares de la misión "ad
gentes", cuando ésta se realiza por evangelizadores que proviene de
Iglesias particulares de América Latina.
Puebla había resumido estas aportaciones con esta
afirmación: "Nuestras Iglesias pueden ofrecer algo original e importante:
su sentido de la salvación y liberación, la riqueza de su religiosidad popular,
la experiencia de las Comunidades Eclesiales de Base, la floración de sus
ministerios, su esperanza y la alegría de su fe" (Puebla 368).
En algunos estudios recientes se han ido señalando
algunas de estas aportaciones específicas. De hecho, algunas se encuentran en
el documento de Puebla, en las alocuciones y mensajes del Papa, en los estudios
presentados durante la celebración de los COMLA, en los documentos publicados
como fruto de encuentros, etc.[73]
Se podría elaborar una lista abierta siempre a nuevas aportaciones:
* Evangelización "ad gentes" que se realiza a
partir de la propia pobreza, sin complejos de superioridad (económica,
cultural, etc.), en línea y lógica evangélica de poner la confianza en la
gracia (sin olvidar los medios humanos), conscientes de la riqueza de la fe,
dispuestos a darse a sí mismos y a compartir de la propia pobreza sin esperar a
ser ricos, dispuestos a recibir y aprender, sin trasplantar a otros la propia
problemática, sensibles a los que son "doblemente pobres", de pobre a
pobre sin ataduras para una evangelización sin fronteras,...[74]
* Evangelización a partir de una experiencia de la propia
liberación o salvación integral, que llega hasta la raíz del pecado para
recuperar a toda la persona sin exclusivismos ni reduccionismos... La
sensibilidad respecto al campo de la justicia y de las situaciones
sociales, hace resaltar la relación entre la primera evangelización "ad
gentes" y la predicación y práctica de la doctrina social de la Iglesia.
Si América Latina sabe responder a su situación con la doctrina evangélica del
amor, esta actitud se convierte en un factor imprescindible para la
evangelización "ad gentes". Ahí aparece la relación estrecha entre la
encíclica "Centesimus Annus" y la encíclica "Redemptoris
Missio".[75]
* Evangelización a partir de una experiencia de inculturación
que respeta el proceso de inserción del Evangelio en otras culturas, salvando
todos los valores, purificándolos y llevándolos a la plenitud evangélica, sin
condicionamientos por parte de la cultura del evangelizador. La aportación del
evangelio insertado en las culturas indígenas será de valor incalculable
para la evangelización de otras culturas...[76]
* Evangelización que valore de la dignidad del hombre
por lo que es, más que por lo que tiene o hace, sin distinción ni privilegios
de casta, nivel social, cultura, raza, religión...[77]
* Evangelización que aporta el testimonio de unidad
entre Iglesias hermanas y de unidad dentro de la propia Iglesia local y de la
Iglesia universal. Latinoamérica se ha distinguido siempre por el amor al
Papa y el sentido de comunión universal. "Sólo haciéndose
misionera la comunidad cristiana podrá superar las divisiones y tensiones
internas y recobrar su unidad y su vigor de fe" (RMi 49). "La misión
es el gran dinamismo unificante de la Iglesia"...[78]
* Evangelización con el signo de la esperanza que
se apoya en Cristo (confianza) y que tiende a una recapitulación de toda la
humanidad en Cristo (Ef 1,10), pasando por el misterio de la cruz
asumida para llegar al gozo de Cristo resucitado...
* Evangelización a partir de la Iglesia particular
o local, como concretización y eco de la Iglesia universal y como diócesis
misionera, que invita a vivir en la comunión a todas las vocaciones,
carismas y ministerios, en vistas a compartir con otras Iglesias hermanas y a
construir la Iglesia universal. "Cuanto más vital sea la Iglesia
particular, tanto más hará presente y visible a la Iglesia universal y más
fuerte será su movimiento misionero hacia los otros pueblos" (Puebla
363)...[79]
La línea de fondo de estas aportaciones específicas se
podría calificar de "encarnación", es decir, de "inserción"
a la luz del Verbo encarnado y de la palabra de Dios que da luz para
interpretar los acontecimientos y para transformarlos desde dentro. La sensibilidad
de América Latina respecto al hermano en su propia circunstancia (de cultura,
sufrimiento, pobreza...), es un factor de primera evangelización como
transparencia de las bienaventuranzas y del mandato del amor.
La aportación de América Latina a la misión "ad
gentes" es de testimonio, comunión y participación, a nivel de
Iglesias que no son ricas ni pobres, sino sencillamente Iglesias hermanas
para compartir todos los dones recibidos. La vivencia de la comunión en las
pequeñas comunidades ("de base") es una escuela de misión.
"La Iglesia de toda América Latina, si mantiene su fidelidad a Cristo,
podrá ser luz que ilumine al mundo para que camine por el sendero de la
solidaridad".[80]
La línea de martirio, que ha sido enfatizada en
toda la tradición eclesial para el primer anuncio del evangelio, será una
aportación peculiar de América Latina, que, a través de su historia y también
en los tiempos presentes, ha tenido abundantes mártires. Es la línea del
perdón, de esperanza y de la reconciliación, que es la nota característica
del martirio cristiano, como anuncio del misterio pascual de muerte y
resurrección.
Los valores de la religiosidad o piedad popular
aparecen principalmente en la piedad mariana, vivida en torno a los
santuarios. La Virgen de Guadalupe, como "estrella de la primera
evangelización" y "primera evangelizadora de América", sería
como el paradigma de una presencia mariana que transmite el misterio de Cristo
sin dañar la preparación evangélica. Los dos mil nombres de lugares con
matiz mariano son un catecismo y una "memoria" de la Iglesia, a
modo de historia de gracia, resumen del alma de un pueblo y herencia recibida
que debe compartirse con los demás hermanos. "Que María, Estrella de la
Evangelización, la primera evangelizadora de América, os acompañe... Los
santuarios, dedicados a María en cada uno de vuestros pueblos, se van a
convertir en un Magnificat misionero que... va a señalar la hora misionera de
toda América Latina".[81]
El fuerte sentido de Dios, de su cercanía y de su
misterio, hacen de América Latina un Continente que puede responder a los
desafíos actuales sobre "la dimensión espiritual de la vida", como
"areópago que hay que evangelizar" (RMi 38; cfr. EN 76).[82]
La renovación sacerdotal que tiene lugar
especialmente en los Presbiterios y Seminarios de América Latina, gracias a la
labor de formación permanente realizada por el Departamento de Vocaciones y
Ministerios del CELAM (con la OSLAM), es otra aportación peculiar que América
Latina puede hacer a la misión "ad gentes". En efecto, el despertar
misionero del Continente está condicionado a que las Iglesias particulares sean
verdaderamente diócesis misioneras; pero esto no llegará a ser realidad
si el Presbiterio diocesano con su Obispo no se hace disponible a la
misión universal que le incumbe. Ahora bien, la disponibilidad misionera
es fruto de una vida de fraternidad sacerdotal y de seguimiento
evangélico. El mejor servicio que el clero latinoamericano podría hacer a
las Iglesias de otros Continentes sería el de colaborar a la maduración de la
vida sacerdotal en los Presbiterios de aquellas Iglesias más jóvenes.[83]
En América Latina, a mi entender, se encuentra un campo
de experimentación de los diversos ámbitos "ad gentes"
señalados por la encíclica "Redemptoris Missio" (n.37-38; cfr. Puebla
71ss)). Para hacerse disponible al ámbito geográfico (misión a otros
pueblos), hay que aprender a responder a los otros ámbitos (ámbito
sociológico y cultural), como son las megalópolis, las migraciones, las
culturas, los sectores marginados, etc. En la medida en que la Iglesia responda
evangélicamente a estas realidades internas del Continente, podrá aportar algo
propio a la misión "ad gentes" en los tres ámbitos y en otros
pueblos. Al mismo tiempo, en la medida en que América Latina se comprometa en
la misión "ad gentes" (hacia otros pueblos) en los tres ámbitos
indicados, será capaz de afrontar esos mismos ámbitos en su propia tierra. Creo
que éste es un nuevo desafío y una nueva oportunidad planteada por la encíclica
misionera. "La Iglesia en Latinoamérica... está llamada a dar un alma
cristiana a esta situación de cambios audaces y acelerados".[84]
A modo de conclusión: De la
nueva evangelización, a la misión "ad gentes"
La reflexión más constante y profunda que se ha hecho
sobre la "nueva evangelización", ha sido probablemente en
América Latina, a partir de la invitación de Juan Pablo II, repetida
constantemente en sus viajes misioneros: "La conmemoración del medio
milenio de evangelización tendrá su significación plena si es un compromiso
vuestro como obispos, junto con vuestro Presbiterio y fieles; compromiso, no de
re-evangelización, pero sí de una evangelización nueva. Nueva en su
ardor, en sus métodos, en su expresión".[85]
Al mismo tiempo que se ha reflexionado y trabajado sobre
la nueva evangelización y en relación a la misma, se ha acelerado en América Latina el despertar misionero
"ad gentes" que hemos presentado en su realidad objetiva, en su
proceso histórico y en sus características.
La encíclica "Redemptoris Missio" presenta la
nueva evangelización en relación estrecha con la evangelización "ad
gentes": "¡La fe se fortalece dándola! La nueva evangelización
de los pueblos cristianos hallará inspiración y apoyo en el compromiso por la
misión universal" (RMi 2). La Nueva Evangelización, tal como se describe
en la encíclica misionera, indica la renovación de la comunidad eclesial
para hacerla misionera. "Dios abre a la Iglesia horizontes de una
humanidad más preparada para la siembra evangélica. Preveo que ha llegado el
momento de dedicar todas las fuerzas eclesiales a la nueva evangelización y a
la misión ad gentes. Ningún creyente en Cristo, ninguna institución de
la Iglesia puede eludir este deber supremo: anunciar a Cristo a todos los
pueblos" (RMi 3).[86]
El Continente de la esperanza será consecuente con su
nombre, comprometiéndose a fondo en la nueva evangelización en vistas a una
disponibilidad misionera sin fronteras: "La esperanza cristiana nos
sostiene en nuestro compromiso a fondo para la nueva evangelización y para la
misión universal, y nos lleva a pedir como Jesús nos ha enseñado: 'Venga tu
reino'" (RMi 86). Entonces aparecerá con claridad que "la misión ad
intra es signo creíble y estímulo para la misión ad extra y
viceversa" (RMi 34).
El Papa invita a "una nueva evangelización de
América Latina, que despliegue con más vigor un potencial de santidad, un gran
impulso misionero".[87]
"Construir la 'civilización del amor' y afrontar una
'nueva evangelización', presupone una respuesta a este llamado: 'Id por todo el
mundo'".[88]
La nueva evangelización llegará a la raíz de la promoción
humana y transformará la cultura en cultura cristiana (como
inserción salvífica del Evangelio en la cultura), si no pierde de vista este
enfoque necesario hacia la misión "ad gentes".
Juan
Esquerda Bifet
Decano
de la Facultad de Misionología
Pontificia
Universidad Urbaniana. Roma
[1] "La esperanza cristiana nos
sostiene en nuestro compromiso a fondo para la nueva evangelización y para la
misión universal" (RMi 86). "Renovar el espíritu de la misión es
también recuperar su mística de itinerancia y provisoriedad" (S. GALILEA,
La responsabilidad misionera de A.L., México, Misiones Culturales de B.C.,
1981, p.30).
[2] Mensaje del Papa en el COMLA 3.
Cfr. América, llegó tu hora de ser evangelizadora, Bogotá 1983, n.5.
[3] Entre los mártires del Japón,
figura el mexicano San Felipe de Jesús, franciscano martirizado en Nagasaki, el
5 de febrero de 1597. Otras figuras misioneras latinoamericanas de la historia:
R. BALLAN, Misioneros de la primera hora,
grandes evangelizadores del Nuevo Mundo, Madrid, Edit. Mundo Negro 1991; AA.VV., Testigos
de la fe en América Latina, Buenos Aires y Estella, Verbo Divino 1986.
[4] Observé directamente el despertar
misionero de A.L. ya desde el Congreso Eucarístico internacional de Bogotá y la
II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano celebrada en Medellín
(1968). Desde entonces, mis servicios constantes al clero, Seminarios y demás
instituciones del Continente, me han hecho palpar un resurgir que se ha ido
acentuando desde los primeros Congresos Misioneros Latinoamericanos (desde
1977, en Torreón). Durante el Congreso de Tlaxcala (1983) dejé constancia
escrita de mis observaciones sobre este despertar misionero. Segundo
Congreso Misionero latinoamericano, II COMLA, México, Com.Ep. Mis. y OMPE
1983, pp. 245-252.
[5] JUAN PABLO II, Disc. al COGECAL, 28
abril 1986: Insegnamenti X/1, 1987, 1447.
[6] Cfr. Ha llegado tu hora, el deber
misionero de América Latina, DEMIS-CELAM, Bogotá 1984; R. AUBRY. Signos indicadores (La misión
"ad gentes" desde América Latina), DEMIS-CELAM, Bogotá 1984.
[7] JUAN PABLO II, Disc. al COGECAL, 28
abril 1986: Insegnamenti X/1, 1987, 1447.
[8] JUAN PABLO II, Disc. en Cartagena,
Col., 6 julio 1986: Insegnamenti, IX/2, 1986, 190.
[9] "Toda Iglesia particular debe
abrirse generosamente a las necesidades de las demás... A este respecto, es
ejemplar la declaración de los Obispos en Puebla: 'Finalmente, ha llegado para
América Latina la hora... de proyectarse más allá de sus propias fronteras ad
gentes. Es verdad que nosotros
mismos necesitamos misioneros. Pero debmos dar desde nuestra pobreza'"
(RMi 64; cfr. Puebla 368).
[10] Según los últimos cálculos estadísticos, hay en América
Latina el 42,42% de los católicos del mundo, mientras sólo disponen del 13,05%
de sacerdotes. El número de católicos
por sacerdote vendría a ser un promedio de 7.500 (o de 10.000 habitantes) (pero
en Cuba sería de 20.000). En Italia serían 950 católicos por sacerdote. Para
datos más precisos, ver: Annuarium statisticum Ecclesiae 1989 (edición de
1992).
[11] En el mensaje de la cuaresma de 1992, Juan Pablo II
denuncia una situación de injusticia, que supone no haber aplicado el
evangelio, e invita a un compromiso evangelizador auténtico: "Cinco siglos
de presencia del Evangelio en aquel continente no han logrado aún una
equitativa distrribución de los bienes de la tierra; y ello es particularmente
doloroso cuando se piensa en los más pobres entre los pobres: los grupos indígenas
y junto con ellos muchos campesinos, heridos en su dignidad por se mantenidos
incluso al margen del ejercicio de los más elementales derechos, que también
forman parte de los bienes destinados a todos" (Osserv. Romano, edic.
esp., 6 marzo 1992, p. 1). Estas
orientaciones del Papa ponen en relación estrecha la evangelización "ad
gentes" con la evangelización de situaciones y "ámbitos"
especiales (cfr. RMi 37). "La doctrina social tiene de por sí el
valor de un instrumento de evangelización; en cuanto tal, anuncia a Dios
y su misterio de salvación en Cristo a todo hombre. Solamente bajo esta perspectiva se ocupa de lo
demás" (CA 54)
[12] JUAN PABLO II, Disc. en Cartagena,
Col., 6 julio 1986: Insegnamenti, IX/2, 1986, 192.
[13] JUAN PABLO II, Buenos Aires, 10
abril 1987: Insegnamenti X/1, 1987, 1210-1211.
[14] JUAN PABLO II, Aloc. 12 octubre
1984, a los obispos del CELAM: Insegnamenti, VII/2, 1984, 896.
[15] JUAN PABLO II, Viedma, 7 abril
1987: Insegnamenti, X/1, 1987, 1136.
[16] Ha llegado la hora. El deber
misionero universal de América Latina, Bogotá, DEMIS-CELAM 1984, p.16. Esta es
la conclusión del documento elaborado por un grupo de expertos misioneros de
América Latina, convocados por el Departamento de Misiones del CELAM (25 de
julio 1984).
[17] PIO XII, "Ad Ecclesiam
Christi", 29 julio 1955: AAS 47, 1955, 541.
[18] JUAN PABLO II, Disc. al CELAM, Rio
de Janeiro, 2 de julio 1980, en el 25º año de este organismo: Insegnamenti
III/2, 1980, 32. Cita a Pío XII: "Ad Ecclesiam Christi", 29 julio
1955: AAS 47, 1955, 539-544.
[19] JUAN PABLO II, Clausura V Congreso
Eucarístico y Mariano de los países bolivarianos, Lima, 15 mayo 1988:
Insegnamenti XI/2, 1988, 1426.
[20] JUAN PABLO II, Mensaje al COMLA 3,
6 julio 1987: Insegnamenti X/3, 1987, 35-39.
[21] JUAN PABLO II, Salta, Argentina, 8
abril 1987: Insegnamenti X/1, 1987, 1179.
[22] JUAN PABLO II, Discurso en la
catedral Bogotá, 1 julio 1986: Insegnamenti, IX/2, 1986, 23.
[23] JUAN PABLO II, Discurso en Tumaco,
4 julio 1986, Insegnamenti IX/2, 1986, 105.
[24] Cfr América, llegó tu hora de ser
evangelizadora, Bogotá, COMLA 3, 1988, p. 33.
[25] Card. Juan Landázuri Ricketts, en:
Convocatoria del COMLA 4, Lima OMP 1989. Ver las actas y documentos del Congreso: Memorias del COMLA 4, Lima,
Obras Misionales Pontificias 1991, pp. 20-24.
[26] Juan XXIII envió una carta autógrafa a los obispos
españoles (17 de noviembre de 1962), en la que hacía una llamada urgente para
enviar sacerdotes a A.L. El episcopado español elaboró un plan para enviar 1.500
sacerdotes durante los años 1963-1965 (mil sacerdotes y quinientos seminaristas
teólogos). Cfr. Hispanoamérica
-87, 25 años de una llamada, "Mensaje Iberoamericadno" n. 255,
extraordinario (feb. 1987).
[27] S. GALILEA, La responsabilidad
misionera de América Latina, o.c., p. 25.
[28] A. VARGAS ALZAMORA, Arz. de Lima,
30 agosto 1990, prólogo a: El valor de salir (de R. Ballán, Lima, OMP 1990).
[29] Exhort. Pastoral de los Obispos de
Colombia, sobre los 500 años de evangelización de América, 12 oct. 1991,
"Osserv. Rom." (esp.), 10 enero 1992 , pp. 11-12. En la conclusión
añaden un compromiso explícito: "Trabajaremos con renovado interés porque
la Iglesia colombiana, como muesra de agradecimiento por la fe recibida, la
lleve a otras tierras, a otros hombres y mujeres que no conocen a Cristo".
[30] CELAM (IV Conferencia), Instrumento
preparatorio, Elementos para una reflexión pastoral en preparación de la IV
Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, Santo Domingo 1992, nn.
776-783.
[31] Según el anuario de estadísticas de
1989 (publicado en 1992 por la Secretaría de Estado), el número global de
sacerdotes diocesanos y religiosos es de 53.177. Hermanos: 8.882. Religiosas:
128.051. Candidatos en Filosofía y Teología, diocesanos y religiosos: 24.406. Las cifras van en aumento respecto a
años anteriores. Pero se constata la disminución de vocaciones en algunos
Institutos religiosos, probablemente debido a una problemática interna de
crítica no constructiva respecto a la Iglesia o también por poca vivencia
evangélica. La relación entre la abundación de vocaciones y su orientación
universalista ha sido recalcado por el documento: Desarrollos de las vocaciones
en las Iglesias particulares (Obra Pontificia para las vocaciones
eclesiásticas), Roma 1992, n. 46.
[32] Aporte misionero de las Comisiones
Episcopales de Misiones y de las Obras Misionales Pontificias de A.L. para la
IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Santo Domingo 1992,
Santa Fe de Bogotá, DEMIS-CELAM, 5-8 febrero 1992.
[33] Ver datos concretos, especificados por Institutos,
países, etc. en: R. BALLAN, El valor de salir, la apertura de América Latina a
la misión universal, Lima, Edic. Paulinas 1990, pp.146-150. Algunos datos que especifico en mi estudio los
he recibido este mismo año (1992) de algunos Directores de las Obras Misionales
Pontificias de A.L. o directamente de las Instituciones.
[34] Ha habido y sigue habiendo siempre
personal misionero de estas Ordenes trabajando en otros continentes.
[35] México: Misioneros de Guadalupe (123, de los cuales 63 en países de misión),
Misioneras Clarisas del Santísimo Sacramento (36 latinoamericanas en países de
misión y 113 misioneras nativas de esos países), Misioneros de Cristo,
Instituto para misioneros seglares (IMIS), Misioneras del Sagrado Corazón de
Jesús "Ad Gentes", Misioneras Guadalupanas del Espíritu Santo, etc. Colombia:
Instituto de Misiones Extranjeras de Yarumal (179, de los cuales 36 en Africa),
Misioneras de Santa Teresita (unas 600, con 17 en Africa), Hermanas Hijas de
Nuestra Señora de las Misericordias, Misioneras de María Inmaculada (de la
Madre Laura) (unas 980, con 15 en Africa). Brasil: Misioneras de Jesús
Crucificado (1.200).
[36] Franciscanas Misioneras de María
(unas 20 latinoamericanas en Africa), Siervas del Espíritu Santo (unas 22
latinoamericanas fuera del Continente en países de misión), Misioneros del
Verbo Divino (unos 30 latinoamericanos en países de misión), Misioneros de la
Consolata (40 latinoamericanos en Africa), Misioneras de la Consolata (39 latinoamericanas
en Africa), Misioneros Combonianos (61 latinoamericanos en Africa), Misioneras
Combonianas (116 latinoamericanas, con 38 en Africa), Misioneros Javerianos (de
133 latinoamericanos, 22 en países de misión), Misioneras Javerianas, Sociedad
de las Misiones de Africa, Pontificio Instituto de Misiones Extranjeras (PIME)
etc.
[37] Hay diócesis de México, Colombia,
Brasil, Argentina, etc., que han enviado sacerdotes diocesanos (y laicos) como
ayuda de Iglesia a Iglesia.
[38] Hijas de María Auxiliadora (35
latinoamericanas trabajando en Africa y Asia), Dominicas de la Presentación (21
latinoamericanas en Africa), Terciarios y Terciarias Capuchinas de la Sagrada
Familia (30 misioneras latinoamericanas entre Africa y Asia), Salesianos (54
latinoamericanos en Africa y Asia), Hermanos Maristas (43 latinoamericanos
entre Africa y Corea), Instituto Apostólico "Verbum Dei" (8 miembros
latinoamericanos en países de misión), Carmelitas Misioneras y Carmelitas
Misioneras Teresianas, Compañía de Santa Teresa, Dominicas de la Anunciata
(misiones en Africa Asia), Hermanas ICAS (8 misioneras en Angola), Misioneras
de Nuestra Señora de la Luz (con personal en Angola), Misioneras eucarísticas
de la Santísima Trinidad (con personal en Japón), Escolapias, etc. Hay que
resaltar la aportación de algunas naciones concretas: Brasil con 900 misioneros
fuera de sus fronteras, de los cuales 411 entre Africa, Asia y Oceanía; México
con 922 misioneros y misioneras fuera del Continente; Colombia con 175 (pero un
total de 278 contando el personal enviado fuera de Colombia). El Seminario
Intermisional de Bogotá tiene, en 1992, 94 seminaristas provenientes de 13 jurisdicciones misionales de Colombia.
[39] A. DE SILVA, Intercomunhâo das
Igrejas locais e distribuçâo dos agentes de evangelizaçâo, "Igreja e
Missâo" 34 (1982) 263-295;
J. ESQUERDA BIFET, La distribución del clero,
Burgos 1972. Idem, Cooperación entre Iglesias particulares y distribución de
efectivos apostólicos, "Euntes Docete" 34 (1981) 427-454 (comentario
a "Postquam Apostoli").
[40] Card. J. TOMKO, Discurso inaugural
del COMLA 3: América llegó tu hora, o.c., Bogotá 1988, pp. 15-39. El Prefecto
del Dicasterio Misionero ofrece datos estadísticos de misioneros "ad
gentes" procedentes de Filipinas (1.100), India (más de dos mil), Japón
(350), Corea, Thailandia, Vietnam, Taiwan y algunas naciones de Africa
(Nigeria, Mauricio, Tanzania, Kenya, etc.).
[41] Dos Tesis de doctorado, presentadas
en la Universidad Urbaniana durante el año 1992, han demostrado la valiosa
aportación misionera de Iglesias perseguidas, especialmente por parte del clero
diocesano: "La missionarietà del sacerdote diocesano dall'enciclica 'Fidei
donum' all'enciclica 'Redemptoris Missio', applicata alla Chiesa in
Polonia" (Andrzej Bakalarz); "Il movimiento missionario del clero
diocesano nella Chiesa: croati nel contesto storico-teologico" (Ivancic
Stipe).
[42] PIO XII: "Ad Ecclesiam
Christi", 29 julio 1955: AAS 47, 1955, 539-544. Citado por Juan Pablo II,
Disc. al CELAM, Rio de Janeiro, 2 de julio 1980, en el 25 año de este
organismo: Insegnamenti III/2, 1980, 32.
[43] J.F. GORSKI, El desarrollo
histórico de la misionología en América Latina, La Paz 1985; Idem, Aporte
misionero de Medellín, en: Medellín, reflexiones en el CELAM, Madrid, BAC 1977,
225-243.
[44] "Redemptoris Missio" n.
64. Documento de la Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en
Puebla, México, 2941 (368). La encíclica misionera cita también a Puebla en el
tema de la cercanía a los pobres (RMi 60, Puebla 1142). Ver el contexto
misionero del texto de Puebla y la repercusión posterior en: R. BALLAN, o.c.,
pp. 103-106. El estudio de F. GORSKI (El desarrollo histórico de la
misionología en A.L.) llega a esta conclusión: "Estas palabras de Puebla
constituyen la declaración más clara de la historia del Episcopado
latinoamericano sobre su responsabilidad misionera universal. Son la respuesta,
después de casi una generación, a la esperanza formulada por el Papa Pío XII
antes de la Conferencia de Rio en 1955" (o.c., 299).
[45] Ver "Instrumento
preparatorio", segunda edición, nn. 776-785 (Iglesia misionera). AA.VV.,
Hacia la cuarta conferencia, Santa Fe de Bogotá, CELAM 1992. Ver otros
documentos: CELAM (IV Conferencia General), Nueva evangelización, promoción
humana, cultura cristiana, Glosas y comentarios (Texto auxiliar del Documento
de Consulta) Bogotá 1991; Memoria indígena (Texto auxiliar del Documento de
Consulta), Bogotá 1991; Documento de consulta, nueva evangelización, promoción
humana, cultura cristiana, Santo Domingo 1992; Instrumento preparatorio,
Elementos para una reflexión pastoral en preparación de la IV Conferencia
General del Episcopado Latinoamericano, Santo Domingo 1992.
[46] Ver el documento citado
anteriormente. Al final de este apartado, me refiero al encuentro y a su
documento, como un jalón importante en el proceso misionero que nos ocupa,
puesto que se trata de un estudio conjunto por parte de las Comisiones
Episcopales (DEMIS-CELAM) y de las Obras Misionales Pontificias.
[47] COMLA 4, Lima, OMP 1989, p. 7.
[48] Insegnamenti XV 1977, 1084-1085.
Ver: V. TURRI, En Torreón nace un compromiso, "Esquila Misional"
(México), enero 1978, 24-31.
[49] Citado por BALLAN, o.c., p.
126-127. Ver crónica y conferencias del Congreso en: COMLA II, Segundo Congreso
Misionero Latinoamericano, México, CEM y OMPE 1983.
[50] Insegnamenti, VI/1, 1983,
1258-1260. Ver en COMLA II, o.c., p. 7-8. Dejé constancia de mi impresión del
COMLA 2 en la inauguración del Centro Latinoamericano de Espiritualidad y
Animación Misionera (CLAEM), que tuvo lugar al final del Congreso: "Ha
habido doctrina clara, entusiasta y honda. Ha habido también participación
responsable, preparada adecuadamente y representativa de toda Latinoamérica,
además de otros Continentes. El fruto de los trabajos de años anteriores se ha
dejado sentir, sobre todo con el eco o la presencia de misioneros que ya
partieron" (ibidem, p. 245).
[51] R. BALLAN, El valor de salir, o.c.,
p. 96. Ver crónica, conferencias y otras aportaciones en: América, llegó tu
hora de ser evangelizadora, COMLA 3, Bogotá 1988. El Congreso, debido a la
afluencia de asistentes, tenía dos sedes con temarios parecidos. Las Obras
Misionales Pontificias de Colombia (con su Director el P. Manuel Agudelo y con
sus colaboradores) hicieron una labor extraordinaria.
[52] Hizo también la llamada a darse
desde la propia pobreza a "los hermanos que son doblemente pobres"
(América, llegó tu hora..., COMLA 3, n.5).
[53] América, llegó tu hora, o.c., cap. II, pp. 75-98. Después de recoger la invitación de Juan
Pablo II sobre la nueva evangelización y de presentar las situaciones internas
misioneras en A.L., traza las líneas de la misión "ad gentes" desde
el continente latinoamericano: es su vocación histórica, es misión que nace de
la Pascua, vitaliza a las Iglesias locales, la misión "ad gentes"
nace de nuestra misma pobreza y, por ello, tiene unas características
peculiares que son eminentemente evangélicas.
[54] América, llegó tu hora de ser
evangelizadora, COMLA 3, Bogotá 1988, pp. 9-14. Insegnamenti, X/3 (1987) 35-39.
[55] Cfr. Memorias del COMLA 4, Lima,
Obras Misionales Pontificias 1991. La publicación recoge todo el material:
preparación, discursos, conferencias, homilías, testimonios, crónica y otros
documentos. La dirección (P. M.
Mazzoni) y colaboradores de las OMP apuntaron a motivar las diversas vocaciones
y sectores. Se ha notado
especialmente en los congresos misioneros de seminaristas.
[56] Mensaje de Juan Pablo II en:
Memorias del COMLA 4, o.c., pp. 82-84.
[57] Ver los discursos del Papa, además
de "Insegnamenti", en las publicaciones de cada nación visitada. R.
BALLAN hace un balance muy completo, a partir de unos 500 documentos, en: El
valor de salir, o.c., primera parte, primera sección.
[58] Ver especialmente el Mensaje al
COMLA 3 (1987) que ya hemos resumido anteriormente. También discursos en la catedral de Bogotá (1 de
julio de 1986), a los obispos de Colombia (2 de julio de 1986), a los obispos
de Argentina (12 de junio de 1982), a los representantes de las diócesis de
Bolivia (12 de mayo de 1988), al CELAM en Río de Janeiro (2 de julio de 1980),
en diversas visitas "ad Limina" durante estos últimos años, etc.
[59] Los discursos del Papa tienen lugar
en encuentros especiales y también en ordenaciones sacerdotales: ordenación
sacerdotal en Lima (3 de febrero de 1985), en Florida de Uruguay (8 de mayo de
1988), encuentro en Cochabamba de Bolivia (11 de mayo dd 1988), etc.
[60] Discursos en Sâo Paolo (3 de julio
de 1980), Quito (30 de enero de 1985), a la CLAR en Bogotá (2 de julio de
1986), en Maipú de Chile (3 de abril de 1987), en Montevideo (31 de marzo de
1987), en Lima (15 de mayo de 1988), etc. Ver la carta apostólica a las
relgiosas de clausura de América Latina (12 de diciembre de 1989) y también la
carta apostólica "Los caminos del Evangelio", dirigida a todos y cada
uno de los religiosos y religiosas de América Latina (29 de junio de 1990).
[61] Ver especialmente la homilía
durante la beatificación de Juan Diego, de los tres niños mártires de Tlaxcala
y del sacerdote José Mª de Yermo y Parres en la Basílica de Nuestra Señora de
Guadalupe (6 de mayo de 1990). Ver: La participación de los laicos en la
vida y misión de la Iglesia en América Latina (textos de la reunión de los
Obispos Presidentes de Comisiones o Departamentos de Apostolado Seglar de las
Conferencias Episcopales de América Latina), Cittá del Vaticano, Consejo
Pontificio para los Laicos 1980.
[62] Discurso en Iquitos, Ecuador (5 de
febrero de 1985), en Tumaco y Popayán (4 de julio de 1986), en la beatificación
de Juan Diego (6 de mayo de 1990). La aportación misionera de los indígenas será un bien incalculable para
toda la Iglesia y para toda la humanidad. Ver la aportación para Santo Domingo:
Memoria indígena, texto auxiliar del Documento de Consulta, IV Conferencia
General del Episcopado Latinoamericano, Bogotá, CELAM 1991.
[63] Discurso en Lima a más de un millón
de jóvenes (2 de febrero de 1985) y en Buenos Aires a cuatro cientos mil (11 de
abril de 1987). Ver un estudio exhaustivo sobre el tema juventud y misión según
la doctrina de Juan Pablo II, en: E. APARICIO, La educación de la juventud a la
misión Ad Gentes en Juan Pablo II (1978-1988), Roma, Pont. Univ. Urbaniana, Dissert., 1990 ("Burgense"
32/1, 1991, 231-278).
[64] Discurso en Cali, Colombia (4 de
julio de 1986).
[65] Discurso en Santiago de Chile (3 de
abril de 1987). El
Papa cita la exhortación apostólica "Salvifici doloris" n. 31.
[66] Discurso en Buenos Aires (10 de
abril de 1987).
[67] Discurso en Salto de Uruguay (9 de
mayo de 1988).
[68] Discurso en Tumaco (4 de julio de
1986).
[69] El Papa dedica algunos
"Angelus" dominicales del año 1992, con ocasión del Vº Centenario, a
recordar el valor evangelizador de los santuarios (especialmente marianos) de
América Latina. Ver también: Alocución en el santuario de Chinquinquirá (3 de
julio de 1986), en el santuario nacional de Maipú de Chile (3 de abril de 1987)
y el mensaje al COMLA 3 de Bogotá (6 de julio de 1987). Los santuarios marianos
canalizarán la fuerza evangelizadora de la piedad popular mariana hacia su
derivación lógica: la maternidad universal de la Iglesia, que encuentra en
María su modelo y Madre (cfr. LG 65, RMi 92).
[70] Algunos de estos centros, como los
de México (1977), Argentina (1982) y Colombia (1989), actúan bajo la asistencia
científica de la Universidad Urbaniana y con la cooperación de profesores
también de la Universidad Gregoriana. Las direcciones nacionales de las OMP
publican textos que contienen el material misionológico de los cursos. Con ocasión del COMLA III (Bogotá,
1987), el Presidente del DEMIS-CELAM (Mons. Darío Castrillón Hoyos) anunció la
creación de un orgnismo de promoción, selección, formación y seguimento de
misioneros, que ya funciona con el nombre de "Centro de Estudios
Latinoamericanos Ad Gentes" (CELAD) (en 1989 se tuvo el primer curso en
colaboración con el Instituto de Pastoral para América Latina). La Conferencia
Episcopal Colombiana ha instituido en 1991 el Centro Nacional Misionero,
especialmente en vistas a la formación del personal misionero que es enviado o
que regresa para una formación permanente. El CIAM de Roma (Centro
Internacional de Animación Misionera) ha colaborado estrechamente con las OMP y
con los Obispos latinoamericanos, no solamente con los cursos misioneros
generales que se realizan para todas las Instituciones, sino especialmente con cursos
de espiritualidad sacerdotal y misionera para Animadores. Se han realizado
ya seis, con una asistencia (durante dos meses) de un promedio de treinta
sacerdotes enviados por los Obispos o por los Directores de las OMP.
[71] Entre las publicaciones más
recientes (además de las citadas en este trabajo) cabe destacar:
"Documento de Lima": "La Iglesia latinoamericana y la misión 'ad
gentes', Lima, feb, 4-7, 1981, en: S. GALILEA, La responsabilidad misionera de
A.L., México 1981, pp. 77-81; J.F. GORSKI, El desarrollo histórico de la
misionología en América Latina, La Paz 1985; R. AUBRY, Signos indicadores (la
misión "ad gentes" desde América Latina), Bogotá, DMIS-CELAM 1984.
Otros folletos del DEMIS-CELAM: Dar desde nuestra pobreza, vocación misionera
de América Latina, Bogotá 1987; Panorama misionero de América Latina, en:
Visión pastoral de América Latina, Bogotá, CELAM 1978, 273-316; Animación
misionera, Bogotá 1980; Ha llegado tu hora, deber misionero universal de
América Latina, Bogotá 1984; Iglesias hermanas, un proyecto misionero para
América Latina, Bogotá 1984; La misión "desde la pobreza" (una
audacia de Puebla), Bogotá 1985; Equipos misioneros, el cómo de la misión hoy,
Bogotá 1985; La evangelización de los indígenas en vísperas del medio milenio
del descubriiento de América. Opciones pastorales, Bogotá 1985.
[72] Aporte misionero de las Comisiones
Episcopales de Misiones y de las Obras Misionales Pontificias de América Latina
para la IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano de Santo Domingo
1992, San Fe de Bogotá, DEMIS-CELAM 1992. Se indican motivaciones, contenidos y
características de la misión "ad gentes" desde A.L. Se reafirma el
compromiso de Puebla, alentado repetidamente por Juan Pablo II y por todo el
Episcopado de A.L. Se hace referencia abundante a la encíclica
"Redemptoris Missio". Se acentúa la responsabilidad misionera de toda
Iglesia particular (cita documentos conciliares y postconciliares). La relación
estrecha entre la misión "ad intra" y la misión "ad extra"
se expresa así: "Ambas son necesarias, no opcionales; éstas deben ser
simultáneas y complementarias, se enriquecen mutuamente en un dar y recibir...
La proyección misionera universal debe ser el punto de referencia y el criterio
de discernimiento para la validez de las iniciativas eclesiales" (nn.
8-9). Se apunta a la aportación de los indígenas y de los afroamericanos, la
colaboración responsable de la mujer y del laicado. Se recuerdan los
compromisos asumidos en los COMLA y especialmente en el de Lima. Dar de la
propria pobreza significa también "dar desde la riqueza de nuestra
fe" (n.11).
[73] Ver las publicaciones de citadas en
la notas 71 y 72, especialmente: R. AUBRY, Signos indicadores (la misión
"ad gentes" desde América Latina), Bogotá, DEMIS-CELAM 1984; R.
BALLAN, El valor de salir, la apertura de América Latina a la misión universal,
Lima, Edic. Paulinas 1990, tercera parte (misionología desde América Latina).
[74] "Dar de nuestra pobreza
significa, pues, partir de los últimos, partir de nuestra pequeñez y nuestra
pobreza, para que la misión sea más sencilla, en una palabra: más evangélica...
Partir de nuestra pobreza significa ver la realidad con ojos distintos,
anunciar el Reino con otro tono de voz..., que se apoye sencillamente sobre la
fuerza del Evangelio" (La misión "desde la pobreza", Bogotá,
DEMIS-CELAM 1985, 26-27). La encíclica "Redemptoris Missio" (n. 64)
propone como modelo para todas las Iglesias particulares la doctrina de Puebla
(n. 368): "dar desde nuestra pobreza".
[75] Comparar RMi 58-60 con CA:
"Hay que repetir que no existe verdadera solución para la 'cuestión
social' fuera del evangelio" (CA 5). "A quienes hoy día buscan
una nueva y auténtica teoría y praxis de liberación, la Iglesia ofrece
no sólo la doctrina social y, en general, sus enseñanzas sobre la
persona redimida por Cristo, sino también su compromiso concreto de ayuda para
combatir la marginación y el sufrimiento" (CA 26). "La doctrina
social tiene de por sí el valor de un instrumento de evangelización;
en cuanto tal, anuncia a Dios y su misterio de salvación en Cristo a todo
hombre. Solamente bajo esta perspectiva se ocupa de lo demás" (CA 54).
[76] Ver la aportación para Santo
Domingo: Memoria indígena, texto auxiliar del Documento de Consulta, IV
Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, Bogotá, CELAM 1991. Sólo
por medio de la propia experiencia de la misión "ad gentes", se
podrán calibrar en sus justos términos (con sus éxitos y sus defectos) los
trabajos misioneros del pasado.
[77] Mensaje del Papa para la cuaresma
de 1992: "Os invito de manera especial a centrar vuestra atención en este
año conmemorativo del Centenario de la
evangelización del continente americano, que en en modo alguno ha de limitarse
a un mero recuerdo histórico. Nuestra visión del pasado tiene que completarse
con una mirada a nuestro alrededor y hacia el futuro (cf. Centesimus annus,
3), tratando de discernir la misteriosa presencia de Dios en la historia, desde
la cual nos interpela y nos llama a darle respuestas concretas. Cinco siglos de
presencia del Evangelio en aquel continente no han logrado aún una equitativa
distrribución de los bienes de la tierra; y ello es particularmente doloroso
cuando se piensa en los más pobres entre los pobres: los grupos indígenas y
junto con ellos muchos campesinos, heridos en su dignidad por se mantenidos
incluso al margen del ejercicio de los más elementales derechos, que también
forman parte de los bienes destinados a todos" (Osserv. Romano, edic. esp.,
6 marzo 1992, p. 1).
[78] Ha llegado tu hora, Bogotá,
DEMIS-CELAM 1984, n. 13.
[79] "Es por todo esto que el
Concilio (Ad Gentes) impulsa todas las
Iglesias locales, sin excepción, y especialmente a los obispos que las
presiden, a tomar conciencia de su vocación misionera y a actuar en
consecuencia... La vocación a la misión no es propia, en primer lugar de las
Congregaciones, sino sobre todo de los obispos y su presbiterio"
(Documento de Lima: "La Iglesia latinoamericana y la misión 'ad gentes',
Lima, feb, 4-7, 1981, n. 10, en: S. GALILEA, La responsabilidad misionera de
A.L., México 1981, pp. 77-81). El mensaje del Papa al CLAEM 3 en Bogotá (6 de
julio de 1987) es un llamado a hacer misionera a toda Iglesia particular:
"Veo llegar la hora misionera de vuestras Iglesias particulares... Os
habéis reunido para estudiar la manera de ayudar a las Iglesias particulares de
América Latina, a concretar su compromiso de proyectarse más allá de sus
fronteras". El "aporte" del encuentro organizado por el
DEMIS-CELAM (febrero 5-8 de 1992) afirma: "Siguiendo la doctrina
conciliar, es preciso afirmar que toda Iglesia particular, sea antigua o joven,
posee una encarnación histórica de la Iglesia universal, está llamada a ser
sujeto activo de los tres frentes de labor eclesial: tanto de la actividad
misionera ad gentes como de la nueva evangelización y de la atención pastoral
(cfr. RMi 33). Eludir una corresponsabilidad en cualquiera de estos frentes de
actividades, significaría para una Iglesia particular un recorte para su misma
catolicidad". El Cardenal José Tomko, Prefecto del Dicasterio Misionero
(en carta de 1 de octubre de 1988) a las Conferencias Episcopales de América
Latina y refiriéndose a la diócesis en cuanto tal, pregunta: "¿por qué no
hacerse cargo de una misión 'ad gentes', en Africa, Asia u Oceanía?" (Cong. Evang. Pue., prot. 4631/88). Ver "Pastores
dabo vobis" n.32.
[80] JUAN PABLO II, Buenos Aires, 10 abril 1987: Insegnamenti
X/1, 1987, 1210-1211. "La
misión pasa a ser, no sólo ayuda generosa de Iglesias 'ricas' a Iglesias
'pobres', sino gracia para cada Iglesia, condición de renovación, ley
fundamental de vida" (JUAN PABLO II, Domund 1982: Insegnamenti V/2, 1982,
p. 1882).
[81] JUAN PABLO II, Mensaje al COMLA 3,
6 julio 1987: Insegnamenti, X/3, 1987, 35-39. Ver el discurso del Papa en Santo
Domingo (11 de octubre de 1984): Insegnamenti VII/2 (1984) p. 880. Ver
discursos del Papa en Santuarios marianos: Chiquinquirá (3 de julio de 1986),
Maipú (3 de abril de 1987), etc. El Papa, durante el año 1992, ha dedicado
varios "Angelus" dominicales para recordar el significado
evangelizador de los santuarios. Sobre los santuarios marianos en A.L.: CELAM, Nuestra
Señora de América Latina, Bogotá 1988.
[82] Dejé constancia de esta
peculiaridad en el Congreso de Tlaxcala: "En el campo de la misionariedad,
el despertar misionero del Continente católico puede aportar un servicio
peculiar proveniente de un pueblo que sufre, que gracias al Evangelio se libera
integralmente... En cuanto al campo de la contemplación o mística cristiana,
tan estrechamente ligada a la auténtica evangelización, América Latina puede
presentar un sentido de Dios, con quien se tiene una relación familiar en todos
los detalles de la vida humana" (Segundo Congreso Misionero
Latinoamericano, México 1983, pp. 247-248). De ahí la importancia de la espiritualidad
misionera del apóstol: "La evangelización cristiana debe estar animada
por una mística, una espiritualidad, que constituye su motivación más radical y
su inspiración y estilo evangélico" (S. GALILEA, La responsabilidad
misionera de América Latina, o.c. p. 15) (cfr RMi VIII).
[83] Ver "Pastores dabo vobis", nn. 31-32,
74. La aportación de
Puebla a la vida del Presbiterio corre a la par con su aportación al tema
misionero: "En virtud de la fraternidad sacramental, la plena unidad entre
los ministros de la comunidad es ya un hecho evangelizador" (Puebla
663; cfr. PO 8 y 10). Juan Pablo II indicó esta línea de unidad vital y
evangélica del Presbiterio en vistas a la evangelización "ad gentes":
"Es en esta realidad de Iglesia particular y diocesana donde descubriréis
también vuestra responsabilidad evangelizadora respecto a la Iglesia universal
(PO 10), buscando cauces concretos para llevar a la práctica la necesaria y
urgente ayuda misionera. Ha llegado para toda América Latina la hora de
emprender una evangelización sin fronteras. La dimensión necesariamente
diocesana y misionera del presbítero hace que con el obispo y los demás
clérigos -sean ellos diocesanos o religiosos - forme un solo cuerpo: el Presbiterio"
(Alocución en catedral Bogotá, 1 julio 1986: Insegnamenti, IX/2, 1986, 23). Ver
la dimensión misionera del Presbiterio diocesano en: Signos del Buen Pastor,
Bogotá, DEVYM-CELAM 1989, cap, VI.
[84] JUAN PABLO II, Alocución en
Cartagena (6 de julio de 1986): Insegnamenti IX/2 (1986) 192.
[85] Aloc. en Puerto Príncipe, Haití, 9
de mazo de 1983, a los Obispos del CELAM (Insegnamenti VI/1, 1983, 698). La
invitación se repitió en Santo Domingo, al inaugurar la "novena de
años" para preparar el Vº Centenario (12 octubre 1984). Ver varios
estudios en: Hacia la cuarta Conferencia, Bogotá, CELAM 1992 : J.Mª ARNAIZ,
Líneas de reflexión teológico-pastorales que orienten la nueva evnagelización,
pp. 405-429; Idem, La espiritualidad de la nueva evangelización, pp. 449-473;
G. MELGUIZO, La nueva evangelización en el magisterio de Juan Pablo II, el
CELAM y la preparación de la IV Conferencia, pp. 163-180; J. VELEZ, La nueva
evangelización para una nueva cultura, pp. 207-221. Otros estudios: CELAM,
Nueva evangelizción, génesis y líneas de un proyecto misionero, Bogotá 1990;
CONF. EP. ARGENTINA, Documento de trabajo. Líneas para una evangelización nueva
en su ardor,ensus métodos y ensu expresión, San Miguel, Oficina del Libro 1989;
S. GALILEA, Algunas cuestiones difíciles en torno a la nueva evangelización,
"Medellín" n.65 (1991) 89-100; A. GONZALEZ DORADO, Una nueva Iglesia
para una nueva evangelización, "Medellín" n. 67 (1991) 377-395; A.
SALVATIERRA, Retos y factores de la Nueva Evangelización, "Lumen" 40
(1991) 234-295; Idem, Características eclesiales de la nueva evangelización,
"Surge" 47 (1989) 422-445. Resumen del tema en: La nueva
evangelización: génesis y líneas de un proyecto misionero (CELAM,
Instrumento preparatorio..., Santo Doningo 1992, Anexo final).
[86] Sobre la relación entre Nueva
Evangelización y evangelización "ad gentes": J. ESQUERDA BIFET,
Renovación eclesial y espiritualidad misionera para una nueva evangelización,
"Seminarium" 31 (1991) n.1, 135-147.
[87] JUAN PABLO II, Aloc. 11.10.84, en
Santo Domingo, a los obispos del CELAM: Insegnamenti VII/2, 1984, 896.
[88] JUAN PABLO II, Mensaje al COMLA 4
de Lima: Memorias del COMLA 4, o.c., pp. 82-84.
No hay comentarios:
Publicar un comentario